EL VALOR SOCIAL

De nuestra redacción (Reporte Global)

Toda la clase política a través de los años, comienza sus proclamas de cara a las elecciones con el mismo tema: rescatar a la clase postergada y volver a poner en macha la Nación, además de hacer hincapié sobre que viene a reparar lo que deterioró su antecesor, y así se reitera siempre, como una letanía. Argentina tiene una oportunidad única en éste momento, desde una pandemia mundial que deja a la mayoría de los países emergentes alineados en igualdad de condiciones en un nuevo puesto de largada, con un planeta que más que nunca va a demandar materia prima de todo tipo, fundamentalmente del rubro alimentos. Yendo al plano interno nuestro, la celeridad y eficiencia con que se empiece a gestar la reconstrucción del entramado productivo nacional, es clave en esta carrera global por la salida al mundo de containers y correspondiente entrada de divisas. La clave de este desafío histórico que enfrenta el gobierno, está en la creación de una nueva institución crediticia, concebida desde «una banca de hacedores, y no una banca de banqueros» donde la tasa sea la tabla y no el ancla, la herramienta y no el negocio en sí mismo; fundar una institución que financie sin más vueltas ni tanta burocracia al sector productivo en su conjunto, para empezar a trasladar la inercia del asistencialismo social, que termina siendo ni más ni menos que una rueda del hamster, al impulso de asistencia a las Pymes, empezar a cambiar la mecánica de dar panes por la de dar palas y martillos, y de ahí en más irán cambiando las nefastas y dolorosas estadísticas actuales, gracias a la multiplicación de la masa de contribuyentes, la baja de la delincuencia y algo fundamental: la paulatina pero sin pausa mejora de la alicaída emoción social, el tan deteriorado estado de ánimo de la gente en su conjunto, en virtud del saludable efecto Reactivación del consumo interno.

Ya hemos visto el desastre que causa el negocio perverso para pocos de las tasas por las nubes, el consiguiente espiral recesivo donde todos, hasta el que tiene un peso en el bolsillo especula, y nadie invierte ni consume, más la presión sin cuartel de un estado devenido a improductivo pero más voraz, que acorrala hasta el extremo al que paga o trata de pagar impuestos, hasta llevarlo a la descapitalización y en muchisimos casos la quiebra, ni más ni menos que el injusto flagelo de la tortura fiscal, un mazazo sobre las espaldas de quien más debería cuidar una nación: el contribuyente que produce, porque el sector que especula, está en plena actividad y paga sin chistar, rogando cómodamente desde un sofá que nunca se le caiga el negocio.  Por todo eso, el nacimiento de una institución de actitud inclusiva, desde una perspectiva al fomento y respaldo financiero que apoye y acompañe el resurgimiento de la producción, sería la llave hacia una nueva Argentina de pujanza, con un estado fuerte y su gente dedicada más a vivir la vida desde la realización y la dignidad, soñando y proyectándose a futuro con sus afectos, como ocurría a mitad del siglo pasado, trabajar desde el esfuerzo, dedicación y alegría durante la semana, de cara al próximo clásico de cada domingo, el asadito en la mesa familiar con los ancianos y los chicos, y el Siam Di Tela estacionado en la puerta.        

«QUIENES TIENEN LA RESPOSABILIDAD DE DIRIGIR LOS PUEBLOS DEBEN HACER TODO LO POSIBLE PARA QUE CADA HOMBRE Y CADA MUJER PUEDAN ACCEDER AL TRABAJO, PARA PODER TENER DIGNIDAD Y LA FRENTE ALTA PARA MIRAR AL PRÓJIMO» (Papa Francisco – Estado Vaticano / 15-03-2017)