Un viaje desde la investigación básica hacia el desarrollo de productos

Argentina tiene una prestigiosa tradición científica y sin duda, uno de sus actuales exponentes en el campo de la bioquímica es Fernando Goldbaum.  Egresado de la Universidad de Buenos Aires y con un posdoctorado en EEUU, alcanzó la máxima categoría (Investigador Superior) en la Carrera del Investigador Científico del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Su trayectoria cuenta con un robusto respaldo; es autor de más de 100  trabajos publicados en las mejores revistas internacionales sobre estudios de estructura, función e ingeniería de antígenos y anticuerpos y de varias patentes internacionales licenciadas; asimismo, ha recibido numerosos reconocimientos, entre ellos el premio AMSUD Biotech (2004), las becas Howard Hughes (2002-2006 y 2007-2011) y Guggenheim (2008) y los premios Ciudad Capital de México (2012) y  Konex 2013 en Biotecnología.

Es el actual Director del Centro de Rediseño e Ingeniería de Proteínas (CRIP) (Universidad Nacional de San Martín, UNSaM) y  ex Director de la Fundación Instituto Leloir (FIL) y cofundador de INIS Biotech (FIL).

Pero lo que sorprende y lo convierte en un ”rara avis” es que además es un emprendedor.  No le bastó su brillo científico (acaba de ser reconocido como una de las 10 mentes brillantes de nuestro país por el diario Perfil), sino que también se preguntó en qué podría aplicar el conocimiento generado.  Así fue que en 2009 fundó Inmunova junto con Linus Spatz y Dan Kaplan,  una Start Up desprendida del laboratorio que dirige Goldbaum en FIL,  que ya ha atravesado exitosamente por dos rondas de inversión. Recientemente, Inmunova obtuvo el Premio Innova Mind por la Categoría Ciencia y Tecnología y el Premio Gran Innova 2017 (otorgados por Samsung) por el desarrollo de un tratamiento para prevenir  el Síndrome Urémico Hemólitico (SUH).

Se trata de una enfermedad muy grave relacionada con la ingesta de alimentos contaminados con la bacteria Escherichia coli productora de toxina Shiga, que puede estar presente en la carne, el agua, las frutas y verduras o en la leche sin pasteurizar. En Argentina hay aproximadamente 5.000 infecciones de esta bacteria diagnosticadas por año; aproximadamente un 10% de ellas desarrollará SUH, siendo la población de niños menores de 5 años la más vulnerable. Es la primera causa de insuficiencia renal aguda en pediatría, pudiendo causar la muerte o dejar graves secuelas para toda la vida; lamentablemente no existe en el mundo ningún tratamiento.    Esto fue lo que movilizó al equipo de Goldbaum, ya que uno de los mayores desafíos para solucionar el problema, es desarrollar un medicamento seguro, que tenga capacidad de neutralizar la actividad de la toxina bacteriana para evitar la aparición del SUH.

Para ello, Inmunova se propuso utilizar una tecnología que había patentado, llamada IMC® (Immuno Multi Carrier), que permite obtener anticuerpos neutralizantes muy efectivos.   De esta manera, desarrolló un producto biológico innovador, con potencial de transformarse en el primer tratamiento para evitar la progresión a SUH, ante una infección intestinal con Escherichia Coli  productora de toxina Shiga. Se trata de un antisuero, una estrategia similar a la que se utiliza como tratamiento contra el veneno de serpientes y alacranes o contra la toxina tetánica. Los antisueros tienen la ventaja de ser de amplio espectro, por lo que reconocen y neutralizan las distintas variantes de la toxina bacteriana.

Inmunova finalizó exitosamente los ensayos preclínicos del producto  en animales de laboratorio y comenzó, en diciembre de 2017, un ensayo clínico de Fase I en voluntarios adultos sanos para demostrar su seguridad. Dicho proyecto ha sido incorporado por la entidad regulatoria en Argentina, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), al “Programa para Apoyo a la Innovación en Medicamentos y Productos para la Salud” por ser un producto para el tratamiento de una enfermedad huérfana y de gran importancia para la salud pública de nuestro país. El estudio clínico de Fase II para demostrar la eficacia del tratamiento en niños infectados está planificado para iniciarse, mediando la aprobación de la ANMAT, en la segunda mitad de 2018.

“El reciente premio recibido de Samsung significa un gran impulso para nuestro proyecto. Nos permite visibilizarlo ante la sociedad para lograr el apoyo que necesitamos para tamaño desafío” dice Goldbaum.   “Es muy reconfortante ver cómo un proyecto que nació de la curiosidad científica, termina convirtiéndose en un producto que podría resolver un grave problema de salud de nuestro país y el mundo”.

Goldbaum sintetiza las claves para que ello haya sucedido: “Nos juntamos tres emprendedores y fuimos armando un equipo multidisciplinario muy motivado y flexible. Además, logramos interesar a inversores privados y  logramos un fuerte apoyo del Estado Nacional: se ha invertido en Inmunova en los últimos diez años unos 5 millones de dólares, un 50% por ciento aportado por inversores y el otro 50% aportado por créditos y subsidios de los Ministerios de Ciencia y de Salud de la Nación.

Inmunova es un ejemplo exitoso de la interacción público-privada, donde el impulso inicial del Estado es fundamental para que estas pequeñas empresas prosperen” concluye Goldbaum, quien aspira a poner en marcha un Centro Tecnológico en la UNSaM que acelere este tipo de proyectos.  “La generación de empresas de base científica y el aumento de la competitividad de grandes empresas mediante innovación abierta son dos formas de impulsar a nuestro desarrollo. Los investigadores podemos contribuir al crecimiento sustentable y con equidad de nuestro país si el Estado y el Sector Privado utilizan adecuadamente la creatividad de nuestro sistema científico”, concluye Goldbaum.